"Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación
era despojos;
mi báculo, más corvo
y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en
que poner los ojos
que no fuese recuerdo
de la muerte.”
-
F. Quevedo, Soneto 29: Salmo XVII
En estas líneas de Francisco Quevedo, siento que el tema
central es el paso del tiempo en esta vida y cómo todo lo deteriora y lo acaba
trayendo muerte al final.
Bien se dice que lo de más valor es el tiempo por que
si se pierde, no se puede recuperar. Tan inevitable como querer parar las aguas
correr de un río, es querer parar el paso del tiempo en esta vida.
Quevedo muestra cómo su casa se ha desgastado y hecho
fea, su báculo se ha encorvado por el uso y perdido su firmeza, y su espada aún
con todas sus batallas ganadas, ha sido victima
también del paso del tiempo. Esto mismo les pasa a las personas por que al
igual que los objetos, nos desgastamos y caemos muchas veces, vencidos.
Al igual que la muerte, el tiempo no perdona ni hace excepción
de personas ni de circunstancias. Sigue su rumbo, su trayectoria, su marcar de
los segundos, de los minutos y de los años ya sea para reyes, príncipes,
comerciantes o criados, ¡para todos trae lo mismo!
Para los seres humanos, el saber que somos seres
mortales que estamos sujetos a nacer, crecer y morir, siempre ha sido un tema
de mucha preocupación. La lucha contra el paso del tiempo y sus estragos ha
sido eterna. Por ejemplo, algunas embarcaciones vinieron del viejo mundo, en búsqueda
del mito de la “fuente de la eterna juventud”.
¿Por qué será que desde siempre se ha buscado algún remedio
o alguna cosa que impida que el hombre se desgaste, se acabe y muera?
En la actualidad, hay tantas empresas que venden la ideología
de una eterna juventud. Una ideología que a las personas nos agrada, la cual nos
dice que podemos perdurar, que podemos vencer la edad y la muerte. Pero dentro
de cada uno de nosotros sabemos que no podemos huir del tiempo, por que
estamos sujetos a el sin importar lo que hagamos.
Como lo dice Quevedo en su dos ultimas líneas, todo lo
que vemos, todo lo que nos rodea y todo lo que somos, nos indica y nos dice que
con el paso del tiempo, la muerte es seguro que llegará hagamos lo que hagamos
para evitarlo.
La fuente de la juventud por Lucas Cranach |
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